El éxito más allá de las cifras: ilustrando las diferentes expectativas para las mujeres en la música
- Dunya Fadili
- hace 1 día
- 4 Min. de lectura

En el mundo de la música, la presión sobre las mujeres en la música , sobre todo sobre las cantantes femeninas es constante, implacable y a menudo injusta. Frecuentemente desincentiva continuar o incluso empezar una carrera. Mientras que a los hombres se les permite envejecer, cambiar de estilo, tomarse pausas o ser imperfectos sin poner en riesgo su carrera, a las mujeres se les exige mucho más: ser siempre bellas, eficientes, impecables. ¿Pero qué ocurre cuando no cumplen con esos estándares?
La belleza antes que el talento
Uno de los criterios más absurdos y superfluos que influye en la percepción de las mujeres es la belleza. Cantantes como Adele han sido criticadas durante años por su apariencia física, incluso cuando perdió peso por razones de salud. Como si su voz extraordinaria quedara en segundo plano frente a la báscula. Lo mismo le sucedió a Britney Spears, cuya carrera ha sido más comentada por su cuerpo que por su aporte a la cultura pop. Su imagen fue idolatrada, olvidando que es una persona real, con defectos, vulnerabilidades y una salud mental duramente atacada en la web. Billie Eilish también fue criticada por ocultar su figura con ropa oversize, y Ariana Grande, a pesar de su crecimiento artístico, ha sido juzgada por su delgadez o estatura. Siempre hay una excusa para decir que no son “suficientes”. Pero la música es expresión, alma, creatividad. No es un concurso de belleza. No hablamos de modelos, sino de mujeres que comunican a través de la voz, las palabras y la emoción. El cuerpo debe poder existir libremente, sin ser un parámetro artístico.
Demasiado sexy, demasiado inestable
Y si una artista decide ser sensual o provocativa, las críticas cambian de tono, pero no cesan. Sabrina Carpenter fue atacada por el contenido “demasiado sexy” de sus videoclips, como si eso anulara su talento. Lady Gaga fue considerada “extraña” o “inestable” en sus inicios, hasta que el mundo entendió su estilo como un acto artístico consciente, una declaración de libertad y autodeterminación. Pero tuvo que soportar años de incomprensión antes de ser valorada. Estas mujeres no son cifras ni cuerpos ni modas. Son artistas. Y merecen ser juzgadas por su música, su mensaje, su impacto, no por su talla, ropa o ranking en Spotify.
En la industria moderna, los números lo son todo: streams, views, sold outs. Pero incluso aquí, las mujeres enfrentan un doble rasero. Camila Cabello fue criticada en 2025 por no agotar entradas, como si eso invalidara su carrera, ignorando el contexto y su evolución. Katy Perry pasó de ser una de las más queridas a blanco de burlas por un supuesto “declive”, como si el éxito debiera ser eterno y lineal. Pero incluso si ya no lideran rankings, canciones como Firework siguen vivas. Shakira también ha sido juzgada por sus movimientos sensuales, cuando su música ha unido culturas e inspirado generaciones.
No es ningún secreto que, cuando ciertos comportamientos vienen de hombres, no generan las mismas polémicas que afectan a las mujeres en el mundo de la música.
Tomemos el caso de Kanye West. En 2024 llenó el Assago Arena en Milán para un listening party, no un concierto real. No cantó ni una sola palabra. Las entradas costaban entre 115 y 207 euros… y aun así, el público asistió. Ahora pensemos en Camila Cabello. Ella cantó en vivo, lo dio todo sobre el escenario, demostró su talento. Y sin embargo, fue criticada por no agotar todas las fechas de su gira. No se trata de una competencia entre artistas. Es el mismo doble rasero de siempre. Musicalmente Kanye es sin duda un artista talentoso, pero es un ejemplo claro de cómo a los hombres se les permite hacer menos y aun así recibir aplausos, mientras que las mujeres tienen que esforzarse el doble para ser tomadas en serio.
El gran impacto social de las mujeres en la música
Muchas de estas mujeres han dejado una huella imborrable. Las llamadas “divas” han redefinido lo que significa ser mujer en la música. Han demostrado que se puede ser fuerte, frágil, sexy e imperfecta a la vez, sin pedir permiso. Gracias a ellas se cuestionan los cánones de belleza, se habla más de salud mental, del amor propio y de humanidad. Usan su arte para apoyar causas sociales, transmitir respeto, empatía, cuidado. Cualidades más valiosas que cualquier cifra.
¿Cambiará algo?
La industria cambiará solo cuando cambiemos como público, crítica y cultura. Hay que aprender a escuchar sin prejuicios. Las modas pasan, los trends duran lo que un reel. Pero el verdadero talento, el de adaptarse y seguir creando, no puede medirse en cifras. Y menos aún el de las mujeres, que deben demostrar el doble para recibir la mitad del reconocimiento. Estas artistas, a pesar del esfuerzo y talento, nunca parecen ser “suficientes”. Pero la música es alma y expresión. No es pasarela. No hablamos de modelos, sino de mujeres que se expresan desde el corazón. El cuerpo debe existir, pero no definir su valor. ¡El secreto es ser vosotras mismas y pasar de todo!
Escribimos sobre ellas, las contamos y las apoyamos porque queremos ver a más mujeres conquistar Spotify, Billboard y ganar Grammy tras Grammy.